La Junta Militar levanta el toque de queda tras miles de detenciones

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Los monjes protestando en las calles de Rangún.
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Rangún, Birmania
21 de octubre de 2007

21 de octubre de 2007
Rangún, Birmania
La Junta Militar que gobierna Birmania (Myanmar) ha levantado el toque de queda, incluso en Rangún – la principal ciudad birmana y donde se centraron las protestas. El toque de queda había sido declarado el pasado septiembre en vista de protestas pro-democracia.

El anuncio, hecho por altavoz en las calles de las ciudades, también levantó una prohibición de que cinco o más personas se reunieran. "El toque de queda y la prohibición de reunión han sido revocadas hoy porque la seguridad y estabilidad ha mejorado", anunciaban oficiales por altavoz.

El toque de queda ha empeorado la ya maltrecha economía del país, pues ha causado el cierre de muchos comercios, la cancelación de vuelos y la caída del turismo, que iba camino de convertirse en una de las principales fuentes de ingresos de Birmania, según reportó el diario 20 Minutos.

Pese a esta acción, la Casa Blanca ha calificado de "cosmética" la decisión. "Las acciones del régimen son 'cosméticas'. Lo que necesitamos son señales de un intento serio para colocarse en una transición democrática", declaró Dana Perino, la secretaria de prensa de la Casa Blanca.

La Junta Militar ya había restaurado Internet en el país, una acción que muchas naciones occidentales calificaron de censura. Además, la respuesta general a las protestas había sido condenada por estas naciones; varias de éstas, incluidos la Unión Europea y Estados Unidos, declararon sanciones económicas a Birmania y pidieron respeto a los derechos humanos en la nación surasiática.

Las protestas, lideradas por cientos de monjes budistas, fueron reprimidas sangrientamente, y según algunas fuentes habrían detenido a miles y asesinado a otros cientos, aunque la Junta sólo admitió la muerte de unos pocos. Algunos testigos aseguran haber visto cientos de monjes masacrados en las calles y bosques.

Además, Perino hizo hincapié en que esto muestra "una mala señal de que el régimen ahora se siente confidente de que ha limpiado los monasterios de disidentes al encarcelarlos o enviándolos a sus pueblos natales, y arrestando a los mayores participantes de las manifestaciones y forzando el exilio de aquellos no capturados".

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